FINAL FANTASY XIII Episode Zero -Promise- (1) Encuentro: Capítulo 7 de 7

| domingo, 15 de enero de 2012
FINAL FANTASY XIII
Episode Zero -Promise-
Encuentro | Capítulo 7

«¿A dónde le gustaría ir a Serah?», se preguntaba Lightning. El simple hecho de pensar en ello la hizo sonreír. Dando una vuelta por el centro comercial, los pasos de Lightning parecían más ligeros que nunca. Había sido su primera visita a una agencia de viajes y el staff había sido muy amable con ella. Le habían dicho que había
multitud de lugares a los que podrían ir aunque sus vacaciones fueran cortas. Hasta le habían mandado información por correo a su casa. En su cumpleaños podrían echarle un vistazo y hacer planes. Serían sus primeras vacaciones juntas. Lightning estaba segura de que haría a Serah feliz.

Pensar en la sonrisa de Serah la hizo sentirse llena de vida. «Mi tesoro», pensó Lightning. «Por el que haría lo que fuera», juró muy en el fondo de su corazón. «Lo siento, Serah, por no haber estado ahí para ti. Pero no te haré sentirte sola nunca más. No utilizaré mi trabajo como excusa. Lo prometo». Sintió que había estado huyendo desde la muerte de su madre. «Ya no tengo que apresurarme, debería tomarme el tiempo necesario para detenerme y relajarme. Por Serah y por mí misma». Entre la multitud, vio a dos personas vestidas de una extraña forma. Una era una mujer de pelo negro cuyas ropas combinaban con el extravagante hombre y con la casi al desnudo mujer que había visto ayer. «Parece que estoy destinada a conocer a mujeres morenas
últimamente», se dijo a sí misma. Pero, al contrario que la mujer de ayer, ésta parecía tener un look trepidantemente salvaje. Quizá era sólo el diseño de sus ropas azules lo que la hacía parecer de tal forma. Probablemente era “lo último en la moda” o algo por el estilo. La mujer que estaba con ella llevaba puesto el mismo tipo de ropa. Seguramente vestían la misma marca; a lo mejor eran de Edén y estaban de visita.

«No entiendo nada sobre moda», se dijo, suspirando. «¿No entiendes qué?» Dijo una voz familiar tras ella. Era el teniente Amodar. Lightning hizo una ligera reverencia y señaló a las dos mujeres a las que había estado mirando. «La ropa que llevan puesta esas dos...». Ya no estaban allí. Quizás habían entrado en alguna tienda.
«¿Dos mujeres?»
«No, olvídalo. Simplemente estaba diciendo que apenas sé nada sobre lo último en moda».
«Incluidos aquellos dos que vi ayer», añadió silenciosamente. «No lo termino de pillar».
«Bueno, quizá tú no, pero, ¿qué hay de tu hermana pequeña? ¿No está interesada en... ah, las últimas tendencias?»
«Si dijera que quiere vestir esa clase de ropas...».
«No se lo permitiría», estuvo a punto de decir. Pero se detuvo. Amodar estaba con las suyas otra vez. Lightning rió secamente. «Así es el teniente».
«Es algo inusual encontrarle en el centro comercial antes del trabajo, teniente. ¿Haciendo las compras, tal vez? ¿A la última?»
«Dejemos de hablar de eso, por favor». Lightning lo dijo tan bruscamente que Amodar dejó ver con el gesto de sus manos que se daba por vencido.
«Estoy observando la zona, ya que será mi área de patrulla durante el festival. Habrá bastantes cambios que hacer en el centro comercial».
«Me alegra que te tomes tu trabajo tan en serio, pero, ¿no crees que deberías esperar al día del festival para hacer eso?»
«Bueno, ¿por qué está aquí, teniente?» Aunque ya sabía la razón porque se conocían desde hacía mucho, decidió devolverle la tomadura de pelo.
«Bueno, por lo mismo que tú».
«No habrá nada que tenga que hacer, ¿no?»
«Un tío viejo como yo puede ser muy olvidadizo. Ya me habré olvidado para el día del festival».
Se miraron el uno al otro y se rieron.
«Espero que todo vaya sin problemas en el festival de este año».

En ocho días, el cielo que cubre Bodhum estará repleto de fuegos artificiales. Será la noche en la que se reunirán todas las personas que quieren que sus sueños se hagan realidad. Al día siguiente, sería el cumpleaños número veintiuno de Lightning. La primera vez en mucho tiempo en la que realmente podría hablar con Serah. Pensar en ello hizo que su corazón latiera de emoción.

«Uh-oh, no podemos quedarnos todo el día aquí. Es la hora, vamos». Lightning se desarrugó la ropa y miró hacia adelante. Era hora de trabajar, hora de convertirse en soldado.
«Entendido, teniente».
La luz del sol esa tarde era intensa. Zigzagueando entre compradores felices, caminaban los dos rápidamente. Escuchaba a gente hablando de tonterías y riendo alegremente. La ciudad costera de Bodhum estaba siempre llena de situaciones así. Lightning las observaba, aun pensando que Serah las estaba observando a su vez.

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