FINAL FANTASY XIII Episode Zero -Promise- (1) Encuentro: Capítulo 3 de 7

| miércoles, 11 de enero de 2012
FINAL FANTASY XIII
Episode Zero -Promise-
Encuentro | Capítulo 3

Había intentado evitar que se notase que estaba de mal humor, pero la preocupaba que el ocultarlo no funcionase. Al volver a casa anoche, casi no había hablado con Serah. «Estoy cansada», dijo, y se encerró en su habitación. No quiso decir nada de lo que pudiera arrepentirse. Pensó que si abría la boca empezaría a discutir con Serah para que cortara con ese chico. No quería decirle que estaba en contra de él. Conocía el carácter de su hermana mejor que nadie. Aunque parezca dulce y débil por fuera, por dentro es dura. Si Lightning le dijera que estaba en contra de la relación sólo porque no le gustaba él, Serah intentaría
hacerla cambiar de opinión y seguiría discutiendo hasta que lo consiguiera. Lightning no quería tener que pasar por eso.

Suspiró y limpió la bandeja que usaba para el desayuno. Los días en los que tenía que salir de casa temprano, desayunaban juntas, pero los días como hoy, en los que tenía que salir tarde, comía sola. Cuando Lightning se levantó, Serah ya se había ido. Aun así, ya había preparado el desayuno. La rutina de trabajo de Lightning estaba siempre cambiando, y siempre tenía que salir rápidamente.

Su padre murió pronto, y cuando su madre estaba viva ella ya tenía que trabajar. Así que la experiencia de Lightning con las tareas domésticas era mucho mayor que la de Serah. Serah, sin embargo, era mucho mejor cocinera.
«Serah es simplemente mejor eligiendo comida deliciosa».
«Mm-hmmm... Y también soy mejor cocinera». Ella recordaba las conversaciones que tenía con su madre y con Serah. Siempre estaba feliz y sonriente. Pero entonces, su madre cayó enferma.
Fue justo antes de que muriese. Después de clases, Lightning fue con Serah al hospital donde estaba su madre. Serah intentaba salir corriendo, pero Lightning la sujetaba de la mano, diciendo una y otra vez: «No corras, es peligroso». En otra situación cualquiera, habría sido ella la que hubiera salido corriendo. Pero ese día era diferente.

El día anterior, cuando llegó a casa tras regresar del colegio, el médico se puso en contacto con ella para decirle que su madre había empeorado. «La próxima vez que enferme podría ser peligroso», le dijo.
No había más familiares a los que decírselo, así que el médico no tuvo otra elección más que contarle a la quinceañera de Lightning los detalles de la enfermedad de su madre. «Si pasara algo, hay una persona en los servicios sociales que te puedo presentar». Le habló de muchos lugares a los que podría ir para conseguir ayuda. «Hay muchos programas para que los niños sin tutores puedan vivir libremente. No tienes que preocuparte. Sólo tienes que pensar en ti misma y en tu hermana». Eso es lo que el médico dijo.

Pero, con sus palabras, Lightning se dio cuenta de que a partir de ahora tendría que tomar toda responsabilidad. ¿Se dejó ver ese sentimiento en su cara? Es lo que se preguntaba ella. Mirando atrás, sintió que su madre sabía lo que ella estaba pensando. «Me siento bien hoy. Sí, creo que quiero comer algo de fruta. Serah, ¿podrías ir a comprar un poco para mí?»
«Iré yo», dijo Lightning, ya en pie. Pero su madre sonrió.
«Serah es mejor eligiendo comida deliciosa».
«Mm-hmmm... Y también soy mejor cocinera», dijo Serah, orgullosa de sí misma. Abandonó la habitación.
«Habrá un montón de cosas que tendrás que hacer a partir de ahora, no sólo cocinar», dijo su madre. Los pasos de Serah se desvanecieron en la distancia. La madre de Lightning sonrió. «Sí, lo entiende», pensó Lightning. «Por eso le ha pedido a Serah que vaya a por la fruta. Ahora me seguirá hablando de lo que tengo que hacer». Pero no lo hizo.
«Aunque, sabes, no tienes que hacerlo todo por ti misma. Hay muchas cosas con las que Serah puede ayudarte».
«Pero, mamá...». No pudo decir nada más. Su madre le tendió la mano y la acercó a su cuerpo. Le acarició el pelo como a una niña pequeña. Lightning sintió que estaba a punto de llorar.
«Pequeña linda niña consentida. Te solíamos llamar así antes de que Serah naciera».
«No recuerdo eso...».
«Cuando Serah nació, te convertiste en una hermana mayor. Sólo tenías tres años. Ni tu padre ni yo pudimos seguir llamándote nuestra niña consentida». La voz de su madre sonaba alegre, pero Lightning podía oír el dolor que había en ella. La mano acariciando su pelo era tan fina...

«Después de que tu padre muriera, siempre me ayudabas, siempre cuidabas de Serah. Eres una hermana mayor muy buena. Por eso no estoy preocupada por Serah, porque tú estarás ahí para ella». Su madre continuó: «Pero Serah también estará ahí para ti. Te ayudará cuando sientas dolor, te dará fuerzas. No lo olvides». Y entonces su madre dijo, una vez más, en voz muy baja: «Mi pequeña linda niña consentida...».
La condición de su enfermedad cambió rápidamente tras eso. Ella ya se había preparado para ello, así que lo aceptó sin prejuicios. Ese día, en el momento en que su madre la trató como a una niña pequeña, su infancia se acabó. Dejó de tener a alguien a quien poder llamar madre, así que ya no era más una niña. No podía ser más una niña. «No tienes que hacerlo todo por ti misma». Su madre había dicho eso. Pero la única que
podía proteger a Serah era ella. «Por supuesto», advirtió, «Tengo que hacerlo todo por mí misma».
«Quiero ser adulta». Lo sintió en el corazón. «Para proteger a Serah, para hacer a mi única hermana pequeña feliz, tengo que convertirme en adulta lo más rápido que pueda. Si no puedo ser adulta por ley, tendré que deshacerme del nombre que mis padres me dieron y hacerme adulta por mí misma. Está bien así, ya he dejado de ser la hija de mi madre. En cambio, seré la tutora de Serah. La protegeré». Hizo una promesa delante de la lápida de su madre. Tomó un nuevo nombre, Lightning.

El sonido de su pistolera cayendo al suelo la hizo volver a la realidad. No se había dado ni cuenta de que ya se había vestido. Sonrió irónicamente, todavía no era hora de irse. Pero se había levantado más temprano de lo que había planeado. Probablemente lo que pasó ayer no la dejó dormir muy bien. «Es comprensible», se dijo a sí misma por millonésima vez, y suspiró. Tenía que ser ese chico. Ella no era la clase de hermana
sobreprotectora que querría largar a todos los chicos que hablasen con su hermana pequeña. Quería a alguien que hiciera a Serah feliz, que la protegiera. No dejaría cerca suya a nadie que no pudiera cumplir ese requisito. El chico no tenía que ser alguien elocuente o tener algo bueno que pudieras ver a simple vista. Sólo tenía que tratarla bien, y estar dispuesto a protegerla.

«Pero ese hombre nunca podría protegerla», pensó Lightning. Él es simplemente un chico jugando al rey de la selva. A la primera señal de problemas abandonaría a Serah y saldría corriendo. Si dejara que Serah se enfriara un poco la cabeza, entraría en razón. Una estudiante de instituto con los pies en la tierra y un despreciable hombre desempleado nunca resultaría.

«Si mamá estuviera viva, ¿podríamos detener a Serah entre las dos?»
«No, probablemente no». Lightning encorvó los hombros. «Papá era una especie de tipo duro. Era despreocupado y bondadoso, pero no muy responsable. Ahora que soy adulta entiendo eso», pensó Lightning. «Claro, cuando era una niña quería a mi padre. En mis recuerdos siempre estaba riendo, lleno de vida. Pero... Si hubiera vivido más, ¿habría influido yo en su naturaleza despreocupada? Probablemente me habría revelado en contra suya».

«Mamá eligió a papá, de todas formas. Probablemente ella habría sido blanda con alguien como Snow. Sí, seguro que habría dicho “Si es la persona que Serah ama...”, y lo hubiera aceptado sin más.
Así que es decisión mía proteger a Serah de él. No soy madre, ni padre. Ellos podrían haberle aceptado. «Pero yo no lo haré. Nunca». Se puso sus guantes de cuero y abrió la puerta de su habitación. Ese día decidió marcharse temprano.

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