FINAL FANTASY XIII Episode Zero -Promise- (1) Encuentro: Capítulo 4 de 7

| jueves, 12 de enero de 2012
FINAL FANTASY XIII
Episode Zero -Promise-
Encuentro | Capítulo 4

Según antiguos registros, el Vestigio de Bodhum llevaba ahí desde hacía cientos de años. A los edificios y construcciones antiguas del Nido se les suele denominar“históricos”, pero a los de Paals simplemente “vestigios”. Probablemente lo trajeron durante la Guerra de Oclusión, como material para reparar lugares que habían resultado destruidos. Es bien sabido que los fal'Cie traían materiales de Paals para mantener las estructuras del Nido. Pero lo extraño es que, en todos esos cientos de años, el Vestigio que nos concierne nunca fue utilizado como material para reparar construcciones, ni siquiera para la construcción en sí. Tampoco fue devuelto a Paals. Simplemente se quedó en Bodhum, esperando. Haya planes o no para él, o si esté siendo reservado para algo específico, es algo que nadie sabe. Para el inmortal fal'Cie, varios cientos de años no significa nada. Ningún humano podría entender los pensamientos de un fal'Cie.

En cualquier caso, era todo un misterio. Quizá aquellos cercanos al gobierno supieran algo más, pero una ciudadana cualquiera como Serah no sabía nada.
«No importa cuántas veces lo mire, sigo pensando que hay algo extraño en él...». Serah observó el altísimo Vestigio. ¿Quién lo podría haber construido? Los humanos normales no pueden vivir en Paals. La frecuencia de los desastres naturales y los violentos monstruos corriendo frenéticamente lo hacían imposible.
Ella había oído que los únicos que vivían allí eran prácticamente bárbaros. No había forma de que pudieran
haber construido una estructura tan grande y complicada. Había oído, también, que en Paals hay un fal'Cie, así como lo hay en el Nido. Pero, al contrario que el del Nido, que sólo atiende las plegarias de la gente, el de Paals trae destrucción.

Si ese es el caso, entonces no podía haber sido el fal'Cie de Paals. Sí hubiera sido construido por algo tan espantoso como eso, habría sido peligroso para el Nido, y el fal'Cie del Nido lo habría destruido y usado sus materiales. Pero si no fue el fal'Cie de Paals y no fueron los bárbaros, entonces, ¿quién lo construyó?
Muchos libros y documentos se habían escrito sobre el tema. Todo el mundo quería saber, pero no se encontraban respuestas. Era una vieja historia, así que era comprensible que nadie hubiera encontrado la respuesta.

Serah se empezó a interesar por la historia gracias a misterios como ese. Y por eso, empezó a sacar notas mucho más altas. A veces pensaba que si no hubiera crecido cerca del Vestigio de Bodhum, no se habría interesado por la asignatura. Pero no es algo de lo que estuviera muy segura. No había nada como un misterio sin resolver para emocionarla. Incluso aunque no hubiera una respuesta correcta, era divertido imaginar de qué se podía tratar. Por supuesto, que el misterio se resolviera lo hacía todo aún mejor.

«Si tan solo pudiera entrar...». Pero no había ninguna entrada al Vestigio, ni información sobre lo que podría haber dentro. Ni siquiera si había espacio abierto en el interior como en cualquier otro edificio. Serah tocó
el exterior. No estaba hecho de piedra o metal, era frío al tacto. No, seguramente era alguna clase de metal, sólo que no uno que se viera todos los días. O por lo menos no uno utilizado para construcciones.
Probablemente el tacto fuese diferente cuando el monumento residía en Paals. Había estado expuesto al viento y a la lluvia del Nido durante cientos de años. Era posible que no sólo la textura hubiera cambiado, sino el color y la forma también.
Serah elevó la vista a la cumbre del Vestigio y caminó lentamente a su alrededor, manteniendo la mirada arriba. Al hacer eso, parecía que el Vestigio se estaba moviendo. Eso era algo que su hermana le había enseñado cuando era pequeña. Había oído que su padre se lo había enseñado a ésta, a su vez. Serah estuvo allí cuando eso pasó, pero no podía recordarlo.
«Esto nunca cambia», pensó Serah. «Cinco años antes, diez, ahora... Así que probablemente de aquí a cinco o diez años seguirá estando igual. Incluso después de que me muera, probablemente seguirá aquí, impasible...».

Entonces, sintió algo extraño bajo las yemas de sus dedos. Sorprendida, miró la pared. El exterior había cambiado de posición, y ese cambio daba lugar al interior. Serah lo observó asombrada.
«¡¿Está abierto?!» ¿Desde cuándo? Cuando estuvo allí hace un par de días, no encontró ninguna variación.
Había observado el Vestigio desde pequeña, nunca pasaría inadvertido ni el más minúsculo cambio, y menos uno especialmente tan grande como una entrada. Tal vez finalmente un equipo de investigación del gobierno había logrado abrir la construcción. Serah avanzó hacia el interior.
«¿Hay alguien... ahí?» No hubo respuesta. Ni vigilantes tampoco, así que probablemente no se trataba de una
misión de investigación.
«No habrá nada de malo en que eche un vistazo... ¿verdad?» Si se descubriera que había entrado sin permiso, se metería en un gran problema. Pero, finalmente, su curiosidad terminó ganando la batalla.

Entró suavemente en el interior esperando que al menos pudiese ser capaz de llegar al centro. El centro del Vestigio de Paals. Esto era algo que venía de fuera del Nido. Se emocionaba pensando en lo cerca que estaba de descubrir sus secretos. Pero cuanto más lejos iba, más irrespetuosa se empezaba a sentir. El aire en el interior era frío y tranquilo. El Vestigio parecía ser mucho más grande desde dentro que desde fuera. Había caminos y escaleras asomando por cualquier parte. Era obvio que no había gente dentro. No sólo no vio a nadie, tampoco escuchó voces; ni siquiera el más leve sonido. Aparte de eso, el interior era luminoso. Había luces junto a los senderos. Mientras Serah se adentraba más en las profundidades, se preguntaba qué clase de tecnología se utilizaría en el lugar. Las luces parecían hacerse más luminosas a medida que avanzaba, como si estuvieran mostrándole el camino.

«Oh, ¡increíble!»
Pretendió que sonase como un susurro, pero resonó como un eco a sus oídos. Se puso una mano en la boca, dejó escapar un pequeño suspiro y volvió a mirar. La arquitectura era extraña, el suelo parecía estar hecho de piedra, pero era completamente diferente al de cualquier otra construcción antigua del Nido. El suelo, las paredes y los caminos estaban trazados perfectamente rectos, así que probablemente fueron construidos por alguien habilidoso. Las líneas se encontraban unas a otras creando una bella armonía.
«Me pregunto qué habrá aquí dentro». Miró hacia arriba. El lejano techo era suficientemente brillante como para verlo claramente desde abajo. Había un tramo de escaleras que subía, así que tenía que haber algo arriba. En ese momento, el inicio de las escaleras se iluminó, como si estuviera diciendo «Si quieres
saber más, ven».

Serah no vaciló ni un segundo y puso un pie sobre los escalones. Sus pasos hicieron eco. Los escalones parecían ser de una altura diferente a la habitual en el Nido, pero no había tanta diferencia como para que tuviese problemas para subir por ellos. Siguió subiendo un poco más y llegó a otro camino recto, pero que pronto se convertía en otra escalera. Era larga, aunque ella no se sentía cansada. Todo le parecía mucho más
interesante que ningún museo que hubiera visto nunca. Las paredes geométricas, las losas cuadradas del suelo... Serah entraba en trance a medida que ascendía.

Los caminos y escaleras eran bastante complejos, pero no la hicieron perderse. Como pasó antes, el camino ante ella se volvió más luminoso cuando lo alcanzó. Quizás mostrándole la dirección; fue algo que la ayudó a ascender. Para qué estaba hecho ese lugar era lo que se preguntaba. Preguntas que se he había hecho
muchas veces a lo largo de los años le venían ahora a la mente. No parecía que el lugar estuviera hecho para nada malo; no podía sentir nada malévolo en el aire.

«Pero... Estoy un poco cansada. No creo que sea capaz de llegar a la cima...». Ya había pasado por muchas escaleras, caminos y pequeñas habitaciones. Se sentó durante un momento en los escalones para descansar, no estaba siquiera ni en la mitad de la subida. Por supuesto, para ella este era el Vestigio que siempre había imaginado que casi tocaba los cielos. No sería fácil llegar a la cumbre de este sitio.
«Sólo un poco más...». Pensó que si de todas formas iba a bajar, podría también merecer la pena llegar al punto medio de la subida. Sus pies estaban cansados, pero continuó. Estaba respirando fuertemente, avanzando lentamente, cuando algo le llamó la atención.

«¡Qué bonito!»
Al borde de la siguiente llegada había un pilar de luz. Diferente a la de los caminos, era una luz suave y verde.
«Descansaré por aquí. Esa luz probablemente significa que esto es un área de descanso».
Cuando se acercó, vio que había más pilares de luz en la lejanía. La luz la bañaba, eliminando su cansancio. «Sí, esta tiene que ser un área de descanso», pensaba ella apoyada contra el pedestal.
Repentinamente, se escuchó un ruido sordo proveniente del interior del Vestigio. Sorprendida, Serah pegó un salto. El suelo y las paredes en frente suya comenzaron a moverse. Se dio cuenta de que se había confiado demasiado respecto a esos pilares de luz.

No, no eran señal de descanso, sino de algún tipo de transportador. Preocupada, Serah miró alrededor. Las escaleras estaban planas, los caminos se convertían en pasillos... Todo el interior del Vestigio estaba cambiando. En el piso inferior a ella, un gran cilindro cayó con un estrepitoso ruido. «Me pregunto si eso será una fuente de poder», pensó.

De repente, las escaleras delante suya desaparecieron. La chica pensó que se convertirían en un camino recto, como las demás, pero no fue así. No había nada ahí, sólo un callejón sin salida.
«¿Qué voy a hacer ahora...?»
El ruido se detuvo y todo volvió a la calma. Serah sólo se pudo tomar un breve respiro antes de que una extraña forma de color rojo empezara a flotar delante suya. Era la misma forma extraña que había visto en pisos inferiores. Además, pensó que la había visto antes, antes de entrar allí.

«¿Dónde la he visto?»
La forma roja dejó escapar repentinamente una ráfaga de luz luminosa que hizo a Serah cubrirse la cara. Una extraña tabla apareció en el aire. Más que una tabla, parecía suelo flotando en el aire.
«Esto es... como un elevador, ¿verdad? Uno antiguo». Había visto elevadores antiguos al visitar uno de los lugares históricos del Nido. Pero este “elevador” era muy diferente al resto.
«Supongo que sólo tengo que montarme y ver qué pasa». Serah saltó a la plataforma sin siquiera pensar que podría ser peligroso. Al igual que las luces de los caminos y escaleras anteriores, el elevador también se volvía brillante a medida que la conducía a su destino.

Estaba en lo cierto, empezó a subir lentamente. Serah estaba satisfecha de que la llevara directamente arriba del todo. El techo quedaba cada vez más cerca, la luz se volvía tan intensa que molestaba. Y el elevador finalmente se detuvo. «¿He llegado al piso más alto?», se preguntó Serah. El aire estaba más frío que en el piso inferior.

«¿Son estas... partículas de cristal?»
Flotando en el frío aire había millones de pequeñas luces destelleantes. Más que pensar que era bonito, sintió, en algún lugar de su interior, que era sagrado. Se enderezó y caminó entre las chispeantes partículas que flotaban en el aire. «Momentos como este te hacen querer rezar», pensó ella. Las puertas se abrieron, como si estuvieran diciéndole que pronto le responderían cualquier pregunta que tuviera. Ella entró. Estaba todo oscuro. Se empezó a preocupar por que no fuera un lugar en el que debiera entrar, pero el camino se iluminó. No era un brillo como el de antes, pero tampoco era oscuro. «Esta debe ser la dirección correcta», pensó.
Serah continuó y la luz se hizo lentamente más intensa. «Sí, es verdad», se dijo, «Estoy en la dirección correcta».

«¿Hay algo... ahí?»
Apenas podía ver en la débil luz. Había algo delante suya, algo grande, algo vivo... Y se estaba moviendo. En su interior, una fría luz relució.

«¡¿Un cristal?! Pero, pero... ¿por qué?»
En el siguiente instante, una ráfaga abrasadora de luz emanó de él. Era una luz pura y blanca, tan resplandeciente que hizo a Serah cerrar los ojos. Pero una imagen se formó en su mente. Grande y horrible.
«¡¿Qué... qué es!?»
Gritó, pero nada salió de su garganta. La cosa grande y horrible se elevó y retorció. Había un llanto que ella no podía oír.
«No, no, puedo oírlo. Es una canción... Alguien está cantando. ¿Qué canción es? ¿Qué significa?»
Y entonces no pudo seguir pensando. Todo se volvió oscuridad

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