FINAL FANTASY XIII Episode Zero -Promise- (1) Encuentro: Capítulo 6 de 7

| sábado, 14 de enero de 2012
FINAL FANTASY XIII
Episode Zero -Promise-
Encuentro | Capítulo 6

Escuchó una voz en la oscuridad. Decía: «Lu'Cie». Era una voz que sonaba como si fuera a desaparecer en un instante. «¿Por qué...?» Esta era una voz diferente, más clara. «¿Por qué has elegido a alguien del Nido?» ¿Quién estaba hablando? ¿De qué estaban hablando? Quiso preguntar «¿Quiénes sois?», pero se encontró con que no podía hablar, ni tampoco abrir los ojos o mover los dedos. Apenas se podía mover. Sentía que estaba flotando. «¿Qué está pasando?», se preguntó. Nada más pensar eso, la oscuridad se volvió más intensa. Sin siquiera pensar en resistirse, se hundió repentinamente en la inconsciencia.

Sintió calurosos los párpados. Al abrir los ojos, vio el cielo azul sobre ella. No sólo el cielo, el exterior del Vestigio también. Cómo llegó al exterior estando tendida en el suelo era todo un misterio. Tímidamente, intentó levantar la mano derecha. Podía moverla, así que intentó con la izquierda. Se alegró de saber que podía mover ambas manos. Intentó levantarse lentamente, pero se mareó un poco. Con las dos manos apoyadas contra el suelo, decidió sentarse un momento.

«¿Qué acaba de pasar? Estaba caminando alrededor del Vestigio. ¿Y entonces? Entonces vi una entrada abierta, así que entré. ¿Y entonces? Pues había muchas escaleras por las que subí, peldaño a peldaño, a las profundidades del Vestigio... Vi un enorme cristal, seguido de una blanca y pura luz. Después de eso... No puedo recordar nada, como si esa luz lo hubiera esfumado todo. ¿Qué pasó? ¿Qué era esa luz?» «¿Por qué has elegido a alguien del Nido?» Recordaba esa voz. ¿Fue un sueño? Probablemente. Había estado entrando y saliendo en un estado de inconsciencia continuamente, y no había ninguna señal de humanos en el
Vestigio. Pero antes de perder la consciencia, esa extraña cosa que vio... No, extraña no. Horrorosa, repulsiva. Su nombre... No. No, era un sueño, una horrible pesadilla. «Pero...», pensó Serah, «Si estoy aquí, eso significa que alguien ha tenido que estar en el interior del Vestigio. Yo estaba inconsciente, alguien tiene que haberme sacado de allí». Buscó una respuesta en su memoria.

Había otra cosa más que ella había oído. Sí, «lu'Cie». «¿Lu'Cie? ¿Ese lu'Cie? No». Serah sacudió la cabeza. «Los lu'Cie no son más que una vieja historia, algo así como un cuento de hadas o una leyenda». Se sentía aturdida. Cuando se cayó, probablemente se golpeó con algo. Se preguntó si habría resultado herida en cualquier otra parte del cuerpo. Movió las piernas, pero no le dolían. Levantó la cabeza, pero esta vez no se mareó. Se apoyó en uno de los muros para levantarse. Las piernas le temblaron un poco, pero pudo mantenerse en pie. No estaba herida. Lanzó un suspiro de alivio. Entonces, sus ojos se fueron directamente a la mugre que cubría su brazo izquierdo.
«Ugh», pensó, girándose para mirar.
«¿Qué... qué es esto?»
Tenía una especie de dibujo negro que cubría la parte superior de su brazo. Estaba emasiado elaborado como para que se lo hubieran dibujado de broma, pero era diferente al tatuaje que Lebreau tenía en el hombro. «Espero poder quitármelo. Si no... ¿qué haré si no?»

Lo tocó con las yemas de los dedos, se sobresaltó. Había visto ese dibujo antes, una marc bastante compleja formada por varias flechas. El de su brazo no era exactamente igual, pero sí similar. Sí, lo había visto varias veces antes en el Vestigio, también era el mismo que había visto en aquella luz roja... «¡Oh!», dijo suavemente. Acababa de acordarse. Cuando vio el dibujo por primera vez en el Vestigio, pensó que ya lo había visto antes. Sí, definitivamente. Hacía ya mucho tiempo, en algo que había tomado prestado de la biblioteca.

Hace mucho tiempo, cuando enemigos pertenecientes a Paals fueron enviados a atacar el Nido, el fal'Cie del Nido convirtió a los humanos en lu'Cie, haciéndoles sus sirvientes y dándoles poderes especiales. Los lu'Cie lucharon para proteger el Nido. Estaba escrito en los registros de la Guerra de Oclusión. El fal'Cie de Paals también hizo a los bárbaros lu'Cie, y los envió al Nido. Fue en esa página donde vio el dibujo, el mismo dibujo que estaba ahora en su brazo. Debajo del del libro había una inscripción que rezaba “La Marca de un lu'Cie - Paals - (Reproducción)”. «¿Soy una lu'Cie?» Una lu'Cie de Paals. «No. Eso no puede ser». Era simplemente una broma cruel. Una broma cruel de aquella voz que había oído en el Vestigio.

«¿Por qué has elegido a alguien del Nido?» Su corazón brincó. Esas palabras... Es como si estuvieran diciendo: «Normalmente no eligirías a alguien del Nido». Y eso significa que debía haber gente fuera. «¿En Paals...?» Por supuesto. El Vestigio venía de Paals. Esa voz había estado diciendo: «¿Por qué has
elegido a alguien del Nido cuando normalmente eligirías a alguien de Paals?». La voz no veía nada extraño en que se hubiera producido una “elección”, lo que significaba que sabían que era en ese lugar donde se elegía a los lu'Cie. Y quien elige a los lu'Cie es el fal'Cie. Lo que significa que...

«¿El fal'Cie de Paals está en el interior del Vestigio?» Ahora todo tenía sentido. Las partículas de cristal en el aire, el gran cristal que vio antes de perder la consciencia... Si el fal'Cie estaba allí dentro, todo tenía sentido. Serah vio al fal'Cie, quien la convirtió en lu'Cie. Convertida por el fal'Cie de Paals, el que trae destrucción a la gente del Nido... Los lu'Cie elegidos por el fal'Cie del Nido eran “Sirvientes Sagrados”, pero los elegidos por el de Paals, "Títeres del Diablo", y enemigos del Nido.

«¿Lo soy yo? No. No, tiene que ser mentira. No puede ser...». Serah se frotó la marca negra de su brazo hasta que le empezó a doler. No desapareció. «¡Esto es sólo una horrible broma!» Se frotó con más fuerza y se sobresaltó al ver que la marca negra estaba cambiando. No desapareció, pero la forma y el color cambiaron. «No puede ser...». No era algo pintado en su brazo. Estaba grabado. «No, no, no... No quiero esto». Se sentó y puso la barbilla sobre las rodillas. «No, esto no puede ser. Es sólo un estúpido error». Intentó convencerse a sí misma, pero el ver continuamente la Marca en su brazo la hacía perder toda esperanza. No podía negar lo que sabía. Habría sido más fácil si no hubiese sabido nada desde el principio.

«Snow... Lightning... Tengo miedo». No hacía frío, pero sus hombros temblaron. Lágrimas caían por su rostro. «Ayúdame, Snow...». Lloró sólo durante un momento. «Snow volverá pronto», pensó. «No quiero que me vea así. Esta horrible marca... Ahora que soy un peligro para el Nido». Tranquilizó sus temblorosas piernas y se levantó. «Tengo que irme de aquí, ahora. Antes de que Snow vuelva». Era el único pensamiento que la mantenía en movimiento

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