FINAL FANTASY XIII Episode Zero -Promise- (1) Encuentro: Capítulo 1 de 7

| lunes, 9 de enero de 2012
FINAL FANTASY XIII
Episode Zero -Promise-
Encuentro | Capítulo 1


Ella sabía que estaba rodeada, pero no sentía ninguna clase de nerviosismo o pánico. Sólo pensaba en cómo recuperaría el tiempo que perdiese buscándoles. «Tal y como oímos», murmuró Lightning, preparando su arma. Había varios Sahuagin, monstruos que se asemejan a peces con brazos y piernas de anfibio y que viven en la superficie del agua. En las afueras de la ciudad costera de Bodhum, esta clase de monstruos acuáticos aparecían de forma bastante habitual. No sólo los humanos querían vivir allí, con la cálida temperatura, el agua y la atmósfera de complejo turístico del lugar; al parecer, incluso los monstruos se encontraban a gusto.

Pudo detectar cuatro de los bultos grises con tonos rojizos que había en la zona. Sintió dos detrás suya. Uno de ellos empezó a arrastrarse; se estaba preparando para atacar. Ella realizó un corte hacia la derecha con su espada. Aguante. Ahora hacia la izquierda. Su espada centelleó, volviéndose su nombre, a través de los órganos vitales de los Sahuagin.
Dos derribados. Sintió que algo saltaba detrás suya, pero a esa velocidad no representaba ningún peligro. Dio un pequeño suspiro, se giró y lo partió por la mitad. Ahora sólo quedaba uno más detrás suya...

Y sucedió. Ella retrocedió. Escuchó un disparo, tras el cual el pecho del Sahuagin se abrió de golpe. Ahora uno más estaba cubierto de los propios fluidos verdosos de su cuerpo.
«¡Te ayudaremos!» Escuchó la voz de una mujer acompañada del ruido de una motocicleta aérea. «No estáis ayudando, solo os estáis entrometiendo», pensó ella, irritada, y bajó su arma.

El Sahuagin ya había dejado de fijar su atención en Lightning. Ella no necesitó mirar hacia arriba para saber que la dueña de aquella voz era una mujer de clase inferior. Por el ruido de la motocicleta se sabía que estaba obviamente remodelada. No era una diseñada para el mercado común teniendo en mente, ante todo, la seguridad. Era, sin embargo, un modelo militar que estaba hecho para el silencio; producía un sonido diferente. La mujer que lo montaba no podría ser una ciudadana o un soldado.

No era, de hecho, la mujer la que llevaba un revólver en la mano mientras controlaba la motocicleta con la otra. Ese era un hombre de pelo azul, muy joven. Iba repleto de joyas y plumas, e incluso desde tan lejos era posible ver que poseía una apariencia bastante llamativa. Detrás de él iba una mujer morena sosteniendo un arma enorme a punto. La motocicleta descendió rápidamente, y la mujer se puso en pie y disparó su arma. Los dos Sahuagin que quedaban se apartaron hacia atrás, uno detrás del otro, todavía con vida. La mujer no tenía mala puntería. Pero claro, después de todo, había tenido que gastar la mitad de su munición.

La motocicleta fue descendiendo lentamente alrededor de Lightning y frenó. La conducía alguien que sabía lo que hacía.



«Eh, soldado, estabas en un aprieto, ¿no es así?»
La mujer morena puso en su sitio el revólver y sonrió. El escote de su camisa era bajo y abierto. Lightning podía ver un tatuaje de una mariposa en la parte superior de su omóplato. Si del hombre de pelo azul se podía decir que iba cargado de cosas, de la mujer se podía decir que iba mostrando mucha carne. Ninguno de ellos llevaba ropa que vestiría normalmente alguien que utilizara un arma de fuego. Todos esos adornos colgando solamente estorbarían en un enfrentamiento. Y un revólver tan grande como aquel se calentaría rápidamente. Ir tan fresca no la protegería de quemarse. «Amateurs», decidió ella, y preguntó: «¿Quiénes sois?»

«Somos NORA».
A pesar de que Lightning intentaba sonar dura y fría, la otra mujer difícilmente parecía darse cuenta de ello. Sus ojos color ámbar se deslizaron hacia ambos lados, como si se estuviera divirtiendo con la situación.
«Si eres soldado de Bodhum habrás oído hablar al menos un poquito sobre nosotros, ¿no?»
Qué arrogancia. Lightning estaba interesada en saber cómo conseguía esa mujer estar tan segura de sí misma, pero no tenía tiempo para preguntar.
«Lo siento, nunca», dijo con voz cortante, y se dio media vuelta. Podía oír sus voces tras ella.
«Pero...».
«Qué extraño, podría haber jurado que somos más populares». 

Ella empezó a caminar más rápido para no tener que oír sus voces. Qué molesto. Interfirieron en su misión y realmente pensaron que la estaban ayudando. No podía soportar cómo parecían estar tan orgullosos de ellos mismos, así que les mintió, y se odió a sí misma por haberlo hecho. Sí, había mentido. Mentido sobre que nunca había oído hablar de NORA. Les conocía, había oído de un grupo que utilizaba una pequeña tienda en la playa como base. Esa tienda era en realidad un bar pensado para turistas, pero más utilizado por residentes. Aunque no era la clase de lugar que sería popular entre chicas de instituto.

«Somos como gatos callejeros. De ahí es de donde viene nuestro nombre». Más molesto todavía el recordar eso ahora. Lightning cortó el rollo. «No pienses en cosas innecesarias», se dijo a sí misma. «Llama al teniente e infórmale de que el trabajo está terminado. Eso es lo más importante que hay que hacer ahora mismo».

Había ya muchos soldados en el punto de reunión. Los Sahuagin no estaban lejos del lugar donde se reportó que se encontraban. Cuando se trata de monstruos rápidos, la cosa no es tan fácil. Los monstruos odian a los humanos, así que no se dejan ver en distritos residenciales o de negocios, pero las afueras son otra historia. Para la gente que vive en los tranquilos barrios construidos fuera de la ciudad, los monstruos suponen un gran problema. Incluso aunque un amateur puede hacerse cargo de uno pequeño, normalmente se mueven en grupos extensos. Los únicos que viven solos son los más grandes y fuertes. En otras palabras, los que si llegases a ver la mejor medida a tomar sería contactar con el ejército inmediatamente. Ese el trabajo que suelen recibir los Vigilantes de Bodhum, la división de la Guardia a la que Lightning pertenece.

Otros soldados se acercaron a ella, felicitándola por su buen trabajo. Lightning buscó a su oficial superior. No, realmente no tenía que buscarle. El teniente Amodar se podía escuchar desde cualquier parte. Fue en la dirección de su franca risa.

Lightning frunció el ceño. Amodar estaba hablando con un grupo al que ella no había visto nunca. Y junto a ellos había una motocicleta aérea remodelada. Se parecía mucho a la que conducía el hombre de pelo azul. ¿Quién era ese hombre que estaba hablando con el teniente tan amistosamente? Parecía seguro de sí mismo, pero también sofocado. Ella no podía decir si era por sus ropas o por la forma en que se movía. Pero sí podía decir, con solo mirarle, que era el líder.

Sus ojos se encontraron. Lightning le miró fijamente. Admitió que era algo grosero por su parte, pero el hombre puso cara de ligera desconfianza. Dándose cuenta de que estaba pasando algo, el teniente Amodar miró hacia atrás y vio a Lightning.
«Eh, comandante, bienvenida de nuevo».
«Otra vez está con lo mismo», pensó Lightning, encogiéndose de hombros. «Le gustan este tipo de bromas».
«¿Comandante? ¿Qué clase de broma es esta, teniente?», dijo poniendo énfasis en “teniente”. A diferencia de cuando se unió por primera vez, ahora se había vuelto buen ignorando sus bromas. Por supuesto, algunas veces era necesario contraatacar.
«Bueno, eres nuestra líder de asalto, ¿no es así?» Cuando iba con esas entonces realmente no había nada que ella pudiera decir, así que suspiró y decidió ignorarle.

«¿Y quién es?» Lightning miró al hombre que estaba a su lado. No importaba verlo de lejos que de cerca, su aspecto era el mismo. Aspecto que recordaba a malas noticias.
«Son NORA, sargenta». Un soldado joven entró en la conversación.
«¿Ha oído hablar alguna vez de ellos?»
«NORA otra vez no», pensó Lightning para sí misma casi mostrando su irritación. «Acabo de sacarlos de mi cabeza y aquí vienen a por más».
«Un grupo de vigilancia compuesto por gente joven de la ciudad». Obviamente, había interpretado el silencio de Lightning como una falta de conocimiento por su parte.

«Él es su líder, Snow», añadió Amodar. Lightning sintió una mezcla de euforia y decepción ante la comprobación.
«Hey». Su informal saludo la irritó aún más. «¿No puede ser un poco más educado?», pensó.
«Esta es nuestra comandante de asalto. Puede que sea joven, pero es buena». Como prueba, Amodar tocó el mango de la espada de Lightning con la yema de sus dedos.


«Esta es una espada que recibió hace poco. Una Hoja candente... Aunque vosotros, chicos, no lo entenderíais, pero si cualquier soldado la viera, comprendería inmediatamente lo que significa».
«Teniente, mejor no hablemos de...». Lightning sabía lo siguiente que iba a decir, así que intentó detenerle, pero Amodar la ignoró y continuó.
«Este sable sólo es entregado a los mejores soldados. Lo que estoy diciendo es que los que tienen esta espada tienen habilidades impresionantes. ¿No significa eso algo?»
«Ahora se está pasando de la rosca con los elogios», pensó Lightning. Quería pararle antes de que se pusiera así, pero nunca tenía oportunidad de meter baza.

«Y su Hoja candente es especial. Tiene una inscripción en la que pone... A ver, ¿cómo era?»
«¿Acaso no era “Destello blanco... asume mi nombre”?», Ella le corrigió mentalmente: «“Invoca mi nombre”». Pero no podía permitirse decirlo en voz alta, era demasiado embarazoso.

«Por favor, dejémoslo aquí, ¿vale?» Incluso aunque estuviera bromeando, Lightning se alegró de oír esas palabras venir de su oficial superior. Pero hay un límite en cuanto a cómo de lejos deberías ir. Especialmente si ese chico, Snow, estaba en frente de ella diciendo «¿Es eso verdad?» y «Wow, es increíble», mientras la miraba directamente. Era simplemente insoportable.

«Vale, vale». Amodar parecía decepcionado, pero de repente rió escandalosamente.
«Oh, bueno. Así que por eso nuestra sargenta aquí presente fue capaz de terminar el trabajo tan rápido. Estáis decepcionados de que haya habido poco que currar esta vez, ¿verdad, chavales?»
«Nah. Sabes, no sólo andan campando a sus anchas los monstruos que fueron reportados».
«¿En serio?»
«Sí, si los expulsamos, vienen uno detrás de otro».
«Eh, vale, me parece bien expulsarlos, pero no arméis un alboroto». Y entonces dijo, «Por supuesto, por supuesto», y aceptó sin prejuicios.
«¿Fuerzas de vigilancia?», pensó Lightning. «No me hagas reír. Sólo son un grupo de amateurs que tienen armas de fuego y actúan en plan liga de justicia...». Quería decirles lo que pensaba de ellos, pero no cambiaría nada. Sólo puedes criticar cuando esperas una mejora. Si no, entonces es simplemente malgastar aliento.

«Chicos, tenéis un montón de energía. ¿Por qué no os unís al ejército?»
«Las reglas y los uniformes no encajan con nuestra personalidad, ya sabes».
«¿Por qué sigue este chico diciendo cosas que ponen a la gente de los nervios con total seguridad?», pensó Lightning. «Me saca de mis casillas».
Pero el teniente Amodar simplemente se rió y dijo: «Cuidado con lo que dices», mientras le daba palmadas a Snow en la espalda, como un buen amigo.
«Bueno, ahora que la zona está limpia de monstruos, nos vamos». Con la orden de Snow, todos montaron en la motocicleta aérea.

«Será mejor que no vayáis por vuestra cuenta y terminen deteniéndoos», les gritó el joven soldado de antes. Tenía alrededor de la misma edad que ellos, parecían amigos. «PSICOM no es como nosotros, ellos no os pasarán nada por alto». PSICOM. Seguridad Pública e Información. El servicio secreto dentro del ejército. Sólo había soldados de élite entre sus filas. La Guardia trabaja en contacto con la gente, así que se podría decir que actúa con cordialidad. Pero PSICOM no tiene nada que ver con eso. No,
PSICOM no permitiría que NORA existiese. Pero un grupo formado nada más que por ciudadanos normales no entendería eso.
Y todos los miembros de NORA se burlaron de las amables palabras del joven soldado. 

«Estaremos bien. Somos más fuertes que ningún ejército». El líder será el líder, y los miembros del grupo, los miembros. Pero al joven soldado pareció no importarle, y sólo dijo: «Un poco presumidos, ¿no?», mientras se reía. Lightning pensó que no sólo les faltaba algo de sentido común, sino que ni siquiera se daban cuenta de cosas de las que cualquier persona normal se daría. Así que pensó que ignorarles y olvidarse de ellos sería lo mejor. Pero...
«Espera». Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, ya había empezado a seguirles.

Le paró. Tenía que decir una cosa, sólo una cosa.
«Tu nombre es Snow, ¿verdad?»
«¿Sí?» Snow, preparándose para despegar, se giró.
«Tú eres el que ha estado persiguiendo a mi hermana pequeña».
«¿Hermana pequeña?»

«Serah Farron». No había terminado de decir el nombre de Serah cuando Snow dijo «¡Ah!», y saltó de la moto, corriendo hacia ella.
«Así que eres la hermana de Serah, ¿eh? Tu cara es similar, pero parecéis muy diferentes». Snow parecía tan feliz que Lightning estaba desconcertada. Era como un niño que acababa de encontrar una bolsa de golosinas.
«Serah me dijo que su hermana era soldado. Cuando nos conocimos pensé que podía tratarse de ti, y sí, realmente eres su hermana». Snow dijo su nombre tan familiarmente que la irritación que Lightning había sentido antes resurgió. Estaba preparándose para gritarle cuando él elevó la mano derecha.

«¡Encantado de conocerte! Soy Snow Villiers». Su mano era enorme. Ella pensó que quizás era porque llevaba guantes de cuero puestos, que le hacían la mano todavía más grande. «No, dar un apretón de manos con los guantes puestos. Este hombre realmente no sabe nada de modales».

«No te involucres con mi hermana». Ignoró su extensa mano. No se sentía amistosa con él.
«¿Por qué?» Los ojos de Snow fueron desde sus dedos extendidos hasta la cara de
Lightning, y volvieron a sus dedos. No debía haber entendido lo que ella había dicho.

«He dicho que no te involucres con mi hermana». Snow retiró su mano. Finalmente entendió que estaba siendo rechazado. Incluso así, no se dio por vencido y dijo vacilante:
«¿Y si lo hiciera?»
«No necesito responderle, he dicho lo que tenía planeado decir», pensó ella. Intentó darle la espalda, pero algo le golpeó los dedos de los pies.

Un coco. Era una especie de coco procedente de las palmeras de Bodhum, y si se decía “palmera” por allí, la gente pensaba en ese árbol. Crecía rápidamente, y las hojas eran grandes y anchas. La gente disfrutaba de ellas al andar por la playa. Pero la diferencia con respecto a las palmeras normales era que los cocos no se comían. Eran enormes, y no importaba que los cocieras o que los cocinaras, no se podían comer. «Igual que este hombre», pensó Lightning.

«Así que, ¿y si lo hiciera? ¿Entonces, qué?» Ella puso el pie sobre el coco. «No lo hagas». Juntó lentamente sus dedos y crujió los nudillos. No era esta la forma en la que había planeado librarse del hombre que perseguía a su hermana, pero no se pudo evitar. Entonces, el coco que tenía bajo el pie se escurrió. Snow lo golpeó en el aire, formando un arco y haciendo que terminase en su mano. Era como un niño al que se le daba bien golpear pelotas.

«Lo siento, pero aunque me pegues, no funcionará».
¿Quería decir que los puñetazos de una mujer no serían suficientemente fuertes, o que simplemente no escucharía lo que ella dijera? Probablemente, ambas cosas.
 
«Porque soy un cabezota». Sonrió mientras lo decía, enfadándola más. Ella le dio la espalda y se fue. «No me gusta», pensó. «Reclutando niños y actuando como su general, animando a los débiles... Un hombre horrible. ¿Por qué Serah le encuentra interesante? Por supuesto, simplemente le encuentra interesante. No quiere decir que realmente le guste. Por supuesto».

«Sargenta Farron, ¿le conoce?»
Nadie podía haber oído de qué estaban hablando, pero probablemente sí les habían visto discutir. El joven soldado parecía preocupado cuando le preguntó.
«No, en realidad no». No le conocía, y nunca planeó volver a tener algo que ver con él. No sólo ella, su Serah tampoco.
«Me voy». Lightning se echó el pelo para atrás y se alejó.

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